martes, 12 de mayo de 2015

Informe



Cuestión de reglas

(Por Lusina Vaccari)

Históricamente cuestionados, árbitros y arbitrajes son generadores de polémica dentro y fuera del campo de juego. Horacio Elizondo y Gastón Roma plasmaron sus perspectivas respecto del referato argentino actual.

En los últimos encuentros deportivos, fútbol y discusiones fueron sinónimos. Se interpretan movimientos, acciones, amistades, contactos y favores. El público en general pretende disfrutar del choque de sus favoritos futbolísticamente, pero en paralelo al encuentro o a los pocos instantes de finalizado, la prensa, los clubes, los mismos simpatizantes, los jugadores, pertenecen a un sinfín de dudas, supuestos y certezas con opiniones encontradas.


El ex árbitro internacional Horacio Elizondo dijo sin dudarlo, ante la consulta sobre su modo de ver el arbitraje actual, que “el arbitraje tiene un error de planificación que se inicia en la década del 80, cuando cambia el sistema de formación y designación”. En este sentido, el argentino, que dirigió cinco partidos en el mundial Alemania 2006, agregó: “A partir de allí el arbitraje argentino comienza a perder paulatinamente referentes arbitrales, tanto a nivel nacional como internacional. El último gran referente fue Héctor Baldassi, retirado a fines de 2010. Desde ese momento el arbitraje nacional se ha quedado sin referentes de calidad, debido a que no se apuesta al desarrollo, sino por el contrario, dejando de lado el objetivo de obtener un mejor rendimiento y contar con varios referentes arbitrales tanto en calidad como en cantidad”.

En el plano local, Gastón Roma, un joven árbitro de una localidad bonaerense del partido de Ramallo, contó su experiencia: “A veces las medidas no son justas, pero siento y quiero creer que el árbitro, si es una persona de bien, se equivoca”. Además, aclaró que “las jugadas polémicas no son todas iguales ni tampoco los criterios para definirlas”, mientras destacó que “si un árbitro está concentrado y entrenado tiene menor margen de error” y que “es necesario tener en presente que la jugada debe decidirse sobre ella misma en ese segundo y, si el juez no se encuentra cerca o está mal ubicado, ese margen de error crece y lo conduce a la equivocación”.

Lo cierto es que la discusión se da desde hace años más allá de los grandes grupos económicos, mediáticos, potenciales de marketing y estructuras creadas, donde el establishment agiganta opiniones y los intereses particulares parecen aumentar. Pero hay quienes confirman que con jueces preparados y éticos, la brecha del error y las tentaciones son menores. Roma reflexionó que luego de años de estudio y preparación, la experiencia no es suficiente y es dentro de la cancha donde el aprendizaje es real. “Es necesario -expresó- pasar por las diferentes categorías, inferiores mayores, etcétera, pero conociendo a la perfección la letra del reglamento para lograr seguridad y aplicación de criterios correctos en el momento de tomar las decisiones”.

Por su parte, Elizondo señaló que existen reuniones previas a los partidos donde los árbitros son “preparados” para estas situaciones de conflictos de reglamento y se establecen consensos en el grupo. También agregó que “el arbitraje está en este momento en una etapa de transición, debiéndose esperar que la nueva camada de jóvenes comience a madurar, aunque no todos tienen la calidad suficiente”. Consultado acerca de la discrepancia entre directores técnicos y árbitros manifestó que ellos representan a los clubes, quienes a su vez tienen dirigentes. “Teniendo en cuenta ese caminito, es difícil entender, que si los presidentes están de acuerdo con el sistema que impera actualmente en formación y designación de árbitros, no entiendo porque luego, jugadores y técnicos protesten”, remarcó. Asimismo, destacó que, por carácter transitivo, todos ellos aceptan esta regla de juego y una institución está formada por dirigentes, técnicos, jugadores e hinchas y que no deja de ser un tema de análisis aunque tenga la seguridad que a los actores que componen este maravilloso deporte, le falta profesionalismo.

Palabras con experiencia, palabras nuevas, todas ellas válidas. La importancia, concordaron, está dada en no generar aún más violencia.  

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